sábado, 22 de agosto de 2009

Entrevista a Rodrigo Espina, director del documental sobre el líder de Sumo

“En el under argentino hay búsqueda, tendencia y experiencia pero no hay un Luca, no se ve un Luca. Faltan figuras trascendentales”

Alto -más de metro ochenta-, algo canoso, con barba, pelo largo y de pequeños ojos marrones. Hace pocos meses que Rodrigo Espina se mudó de su casa en Acasusso donde nació hace 52 años. Sin duda parece más joven tanto física como mentalmente. Porque conversar con Rodrigo Espina es conversar con un tipo sencillo, amigable, trabajador, canchero, de gustos bien definidos y gracioso, el cual se reconoce como un melómano irreparable que lo que más disfruta es llegar a su casa para escuchar en el tocadiscos a sus bandas internacionales preferidas o aquellas que recién están apareciendo en el mundo de la música. El cine también tiene mucha importancia en su vida ya que vive de eso y siente que es una de las mejores formas que tiene para expresarse. Casi dos años después del estreno de su exitoso largometraje sobre la vida del cantante de Sumo y su gran amigo, Luca Prodan, Espina continúa trabajando en tres diferentes proyectos unidos por su más grande pasión: la música.


¿Qué siguió en tu vida profesional después del gran suceso que significó Luca?

Cuando finalizamos la película nos juntamos con mi equipo y dijimos: “Bueno, ¿a quién hacemos ahora?”. Y llegamos a la conclusión de que era a Pappo. Hubo un montón de signos que nos indicaban que lo hiciéramos de él. Al día siguiente de tomar la decisión llamé a los chicos y les dije: ‘No puedo, odio a Pappo, no aguanto su voz, no aguanto su música. No puedo hacer algo de alguien que no soporto’. Y tiempo después me llegó otro signo: encontré una foto de Luca junto a otra de Gardel en el medio de una mudanza y ahí decidí que iba a hacerlo sobre él. Luca y Gardel son dos extranjeros pero, a la vez, dos bien argentinos. Así descubrí una historia fantástica, infinita, riquísima. Contarla va a ser un desafío.


¿Ese es tu proyecto principal en este momento?

No. La película sobre Gardel en un momento avanzó muchísimo, me entrevistaron en la Rolling Stone e inclusive en un momento se habló de pasar un especial como adelanto en la televisión, pero llegó justo la crisis y ahí se frenó todo. Por ahora tengo una carpeta en la computadora llena de información. Pero ahora estoy con dos proyectos más: Chinchemolle, y un musical sobre la vida de Sandro, del mismo estilo que Luca y el de Gardel.


¿Sobre qué trata chinchemolle?

Es una fábula serrana, violenta y apasionada, a ritmo de cuarteto y canción popular, que trata sobre la relación de padres e hijos, para ser filmada en Córdoba- San Luis. Surgió de mi vivencia en el valle de Traslasierra, Córdoba, donde viví por más de 10 años. El protagonista es un músico, Cairo, que nació en ese mismo valle y que después de haberse ido 10 años al exterior, vuelve a su pueblo para hacer un show, y se reencuentra con la figura de su padre. Hay suspenso, algo por resolverse. En cuanto a los actores, estoy viendo todavía, lo que sí, Cairo tiene que ser famoso, y si es músico, mejor.


Claramente, la música tiene un gran papel en tu vida profesional. Pero, ¿qué tanto lugar ocupa en tu vida personal?

Mucho, soy un melómano que todo lo que gana se lo gasta en discos y vivo escuchando lo que me compro. Yo saboreo la música, gozo con la música, me levanto y escucho música, me acuesto con música, sueño con la música y los músicos. Las canciones se meten en la memoria y en el cuerpo y por más que venga el super crítico y diga que son malas, las seguís amando. A mi me encanta el Rock desde la época de Sumo en que me relacioné con el Rock y creo que la música es una de las cosas que puso Dios en este mundo para decir: ‘Algunos van a ser felices: van a ser músicos’.


¿A qué te hubiera gustado dedicarte, además del cine?

Soy un gran frustrado de no haber sido un baterista, es mi instrumento favorito, pero siempre pensé que no lo iba a poder hacer. Amaría ser músico, pero no se me dio. También considero que en algún punto soy un DJ frustrado, ese tipo que pone los temas que uno ama y que bailó sólo en el living de su casa, y vos ves que hay 20 personas más bailándola y decís: ‘¡Wow!, con esta canción que amo estos 20 bailan!’. Yo hago makers y documentales y lo que más me gusta es musicalizar. Siento que realmente la pego con la canción, no tengo ninguna duda que esa canción que me encanta y me emociona, le encanta y le emociona a un montón de gente, y a su vez, también siento eso con el cine. Jamás mostraría algo que no me gusta porque al público le va a gustar. Pongo eso que me encanta y se que eso es lo que le va a gustar al público.


Se sabe que tu actividad en el cine también la combinas con la dirección de video clips. ¿Con qué tipo de bandas trabajas? ¿Conocidas o del under?

Durante mucho tiempo fui casi exclusivo de Las Pelotas, hice una pelota de Las Pelotas. Yo me siento parte de la banda pero en un momento dejé de hacer los clips porque, si estás 14 años haciendo los clips para una misma banda, ya te conocen todas tus ideas. En este caso ya se querían ir más a la parte digital y computarizada y ese no es mi estilo. Hay un momento en el que tenés que separarte, como en las parejas. Y a mí por un lado me aburre mucho hacer clips porque tengo que escuchar el tema 80 mil veces y digo: ‘¡Me compré el último disco de Nick Cave y no lo puedo escuchar!’, o, ‘¡¿Cuándo termino este clip así puedo poner el de Mika Hinson?!’. Pero por otro lado no hay muchas opciones.


En cuanto a tu preferencia por el vivo de las bandas nacionales, ¿te atraen más grandes bandas o las under?

Me gustan bandas un poco más alternativas, más indies. No me gusta ya el concepto de banda llena estadios. Sin embargo, por ejemplo, considero que los shows de las pelotas hace cinco años que esta con un nivel de excelencia que te caes de culo. Suenan muy bien, están en un nivel fantástico, pero con Las Pelotas es otra cosa, es como mi hogar, mi familia. Sinceramente yo prefiero ver shows más under, donde no hay más de 80 personas porque ahí es donde pasan las cosas. Voy a los Ubanda y me encantan, Brancaleone me encanta, es una banda a la que le hice un clip hace poco y me parecen fantásticos, es una de las que estoy siguiendo. El under argentino es muy rico y esta lleno de bandas que en una de esas el año que viene no existen más o que cuando lleguen a meter más de 800 personas dejen de ser interesantes porque ya llegaron, se la creyeron, se aburguesaron. Hay búsqueda, tendencia y experiencia pero no hay un Luca, no se ve un Luca. Faltan figuras trascendentales. En una de esas el tiempo hará que algún músico vaya creciendo, expandiéndose y llegue a ser más grade de lo que es ahora, más artista, más sensible, más conmovedor.

Por Aghata Gerlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario